LA SUPERADORA HISTORIA DE VIDA DE UN VIGILADOR QUE CAMBIO DE RUBRO

historia de un vigilador

Christian Barboza, dejo su trabajo como Vigilador para dedicase de lleno a su nuevo emprendimiento. La historia comenzó cuando un día, un vecino del country donde cuidaba le pidió que le lave el auto.

Hace 8 años, Christian Barboza de 44 años cumplía su horario como Vigilador en el en el country Campos de Alvarez cuando el pedido de uno de los propietarios del lugar lo sorprendió: le propuso que le lavara el auto. Más allá de lo inusual de la propuesta, no lo dudó: cuando terminó su turno, se arregló con lo que encontró en el garaje de ese imprevisto cliente. Y bastó para dejarle el coche reluciente.

Tal fue el esmero y la dedicación que le puso, que el hombre quiso que le hiciera la gauchada varias veces más. No sólo eso: empezó a recomendarlo. Lo cierto es que el boca en boca fue haciendo lo suyo dentro del barrio cerrado y cuando Christian se quiso acorar, ya tenía toda una cartera de clientes entre los vecinos del barrio cerrado de Francisco Alvarez, en el partido de Moreno. 

Mucho más rápido de lo que hubiera imaginado, empezó a faltarle tiempo para responder a todos los pedidos que recibía. Además, la tarea lo había entusiasmado y ese interés poco a poco lo llevó a perfeccionarse.

Su evidente toque especial para lavar los autos y las camionetas de sus clientes le llegó a dar margen para comprarse los utensillos y maquinas como una hidrolavadora y una aspiradora para llevar adelante la labor de manera «más profesional».

Una noche, en su casa de Moreno, finalmente reunió a su familia en la mesa. Quería que lo ayudaran a tomar una decisión: ¿renunciaba a la empresa de seguridad en la que trabajaba y se dedicaba de lleno a este nuevo oficio?

Tenía un plan que iba más allá del country. Les habló de «la aventura de crear un lavadero móvil de autos». Su gente se entusiasmó. Y la changa que ayudaba a completar el sueldo de vigilador, finalmente, se convirtió en un emprendimiento. Desde entonces, Christian recorre Moreno con su moto y un carrito atrás, cumpliendo con su tarea y buscando nuevos clientes.

Detrás de este emprendimiento no hay franquicias, ni grandes marcas que lo auspicien. Cristián con su moto y un carro cargado con la hidrolavadora, la aspiradora, cepillos, baldes y trapos hacia los puntos donde lo convoquen. Actualmente, por el lavado de un auto a un particular cobra $1.500. Pero a veces tiene tarifa especial por cantidad.

«Una vez que comencé, pude entrar rápidamente a trabajar en algunas fábricas lavando unos 15 autos por día, del dueño y sus operarios. Lleva su tiempo porque no hago cualquier lavado, me dedico a hacer algo bien completo. Lo que más me retrasa es el armado y desarmado de las cosas», explica el vecino de Moreno con el entusiasmo de seguir creciendo en esta actividad que encontró casi de casualidad.

Y agrega: «Salgo a las 8 de la mañana de mi casa y vuelvo a las 19 feliz de haber logrado lo que hice y ya sabiendo que al día siguiente voy a continuar en otro lado, porque esto es así: un día toca ir a una fábrica, otro varios clientes del barrio y otro personas que se contactan por mi Whatsapp».

Claro: en el el carro lleva inscriptos el número de contacto para que los interesados le escriban y lo contacten y -de esta manera- llegue al domicilio que le solicitan. 

EL ABOGADO DE LOS VIGILADORES "LEANDRO MARTÍNEZ CANTER"

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