La controversial Empresa de Vigilancia Privada deja la concesión de Trenes Argentinos dando paso a las Empresas Líderes y Comahue, dejando vulnerables cientos de puestos de trabajos.
Trabajadores del sector denuncian que este fraude laboral es moneda corriente para quienes hace años trabajan brindando servicios a Trenes Argentinos, donde en cada cambio de firmas y traspaso pierden la antigüedad y a veces son removidos de sus funciones habituales. Sumado a las terribles condiciones laborales, con licencias sólo al 50% y sin garantías de continuidad, con elementos de seguridad e higiene deficientes, cabinas mal acondicionadas y a veces sin agua en un contexto de plena pandemia. Murata se ha encargado de exprimir hasta el último centavo de ganancia a costa de sus empleados para retirarse con el negocio hecho y darle lugar a nuevos estafadores.
Los vigiladores admiten que tales condiciones no hubieran podido sostenerse todos estos años sin un activo aparato de persecución y hostigamiento contra los que se organizan, dirigido directamente por el gerente de la empresa, Yamil González. Lo señalan como el principal garante todos estos años de la sociedad entre Murata y Trenes Argentinos, amedrentando sistemáticamente a los empleados frente a cualquier reclamo con traslados arbitrarios e infiltrando chats grupales para estar al tanto de todas las opiniones en su contra. A comienzos de la pandemia fue él mismo quien seleccionó a dedo a siete trabajadores que estaban reclamando en una asamblea autoconvocada guantes y barbijos y los amenazó con perder el trabajo para posteriormente castigarlos con un traslado y forzarlos a renunciar.
Vigiladores de Murata dan muestra de las condiciones inhumanas que en que la Empresa los tiene trabajando.
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