Adriana Iturriaga en pleno juicio por el asesinato del trabajador de seguridad privada en San Lorenzo. Madre de cuatro chicos de entre 9 y 24 años, trabaja de 6 de la mañana a 10 de la noche para sostener la economía familiar desde que un camionero ebrio le quitó la vida a su marido.
Jonatan Gardini no pudo conocer a su nieto. Thaiel nació siete meses después de que un camionero en estado de ebriedad le arrebatara la vida, durante un piquete organizado por una de las CGT de San Lorenzo en el marco de un reclamo por recomposición salarial. Adriana Iturriaga, la viuda del trabajador de seguridad privada, sostiene a duras penas a una familia desarticulada desde hace dos años y medio. “Hoy nuestros cuatro hijos se crían solos porque a su papá lo mataron y su mamá tiene que trabajar todo el día para que no les falte nada”, narró.
Gardini, o el Pola como lo llamaban sus amigos y compañeros de trabajo, sabía que su hijo mayor lo iba a hacer abuelo. Pero no alcanzó a conocer a su nietito. A los 38 años perdió la vida cuando Cristian Adrián Socias, el camionero imputado por homicidio simple en calidad de autor, arrasó con todo lo que había a su paso: neumáticos encendidos, reposeras, packs de gaseosas. Y también con el vigilador que residía con su esposa y cuatro hijos en el barrio Martín Fierro de Granadero Baigorria.
A Gardini lo embistió un camión con tanque cisterna, marca Iveco, que circulaba a fuerte velocidad en orientación sur-norte por Ruta 11, a la altura del cruce con la Ruta 10. El cuerpo del Pola quedó tendido en la banquina, a 30 metros de dónde -aseguran los investigadores- se produjo el violento siniestro.
Adriana habló por teléfono con su esposo a eso de las 4.30 de la madrugada de aquel 30 de marzo de 2017. “A las 5 me avisan de que había habido un accidente. Y cuando llego al lugar me encuentro con mi esposo fallecido”, lamentó. “Lo vi con vida cuando salió de casa y después me lo entregaron en un cajón”. Adriana se quebró.
Desde el primer día del juicio oral y público que se viene llevando adelante en los Tribunales de San Lorenzo, a la viuda de Gardini le toca revivir lo peor de aquella pesadilla. Fotos, testimonios y elementos probatorios recolectados por la Fiscalía de San Lorenzo en dos años y medio de investigación.
“Me tocó ver fotos muy duras del accidente. Esas fotos me rompieron el alma”. Adriana volvió a quebrarse. “Fue muy doloroso haber observado la forma en que quedó el cuerpo de mi marido. Y encima nos dijo que no tuvo intención de matar”. Lo que más enojó a la viuda de Gardini fue el pedido de disculpas por parte de Socias en la primera audiencia del juicio. “Hubieras frenado”, le retrucó.
“Nos dijo que no tuvo intención de matar, cuando conducía el camión a alta velocidad y cuando había 200 persona en el piquete. Tenemos que escuchar cosas totalmente incoherentes y sentimos mucha impotencia. Creemos que sí tuvo intención de matar”, enfatizó la mujer.
El Pola y Adriana habían conformado una familia con cuatro hijos. Todos varones. Actualmente tienen 24, 18, 15 y 9 años. Y un nieto que nació siete meses después de la muerte de Gardini. “Era una buena persona. Buen esposo, compañero y padre. Y el día a día de hace muy duro porque lo extrañamos cada vez más. Nuestro hijo más chico se olvidó de escribir y tuvo que empezar los estudios de vuelta. Recién ahora volvió a leer. Hoy mis hijos se crían solos porque a su papá lo mataron y su mamá tiene que trabajar todo el día para que no les falte nada”, relató, con dolor a flor de piel, Adriana.
La muerte del Pola descolocó a toda la familia Gardini. Emocional y económicamente. “No cobramos ningún seguro porque el camionero estaba ebrio. La empresa adonde trabajaba tampoco se hizo cargo y mis hijos comieron muchos meses gracias a los compañeros de mi marido, que nos llevaban bolsones con comida y cajas con mercadería a casa”, agradeció.Adriana y sus hijos, quienes también vendieron pan casero para sostener la economía familiar, recibieron la contención del sindicato de vigiladores privados de San Lorenzo: Sutravip. Ocho meses después de la tragedia, ella ingresó a trabajar a una agencia de seguridad. “Cristian (por Rodríguez, el secretario general del gremio) nos ayudó mucho para que pudiera conseguir trabajo. Y gracias a ese trabajo puedo mantener a mis hijos. Por eso nos duele que algunos hayan dicho que quedamos bien parados a costa de la muerte de mi marido”, señaló.
Dependiendo del día, Adriana trabaja desde las 6 de la mañana hasta las 10 u 11 de la noche. “Hoy nuestros cuatro hijos se crían solos porque a su papá lo mataron y su mamá tiene que trabajar todo el día para que no les falte nada”, reiteró. La vida ya no es la misma para los hijos y la viuda de Gardini.
A Cristian Socias se lo acusa del delito de homicidio simple en calidad de autor. Los fiscales Aquiles Balbis y Adrián Spelta pidieron la pena de 22 años de prisión efectiva y le achacaron un “claro desprecio por la vida, tanto de la víctima fatal como así también de los manifestantes que se encontraban apostados en el lugar del hecho”. A través de las pruebas recopiladas en la investigación, pudo comprobarse que concretó su amenaza de “arrasar” con el piquete.
“Insistía con pasar porque quería tomar unos copetines”, relató Gustavo, uno de los trabajadores que aquella madrugada participaba de la protesta sindical y que Fiscalía presentó como testigo. Patricia, otra trabajadora, estaba sentada junto con compañeras en el cordón de la rotonda que delimita el cruce de rutas 10 y 11, cuando se les acercó Socias.
“Nos comentó que venía de tomar unos copetines y quería pasar”. La conversación del camionero con el grupo de trabajadoras que se manifestaban prosiguió con tono amenazante. “Me tomo unos copetines, vuelvo y los paso por encima a todos”, declaró Patricia ante el tribunal integrado por los jueces Griselda Strólogo, Mariel Minetti y Alberto Rizzardi.
Las pruebas de rigor confirmaron que Socias estaba borracho: le detectaron 1,16 gramos de alcohol por litro de sangre. “Lo impactó con el camión y lo arrojó a 30 metros de donde estaba ubicado”, afirmó la viuda de Gardini. La lectura de la sentencia está prevista para el lunes 7 de octubre en los Tribunales de San Lorenzo. “Jonatan tenía cuatro hijos y esperaba un nieto. Espero que el responsable de la muerte de mi esposo tenga una condena justa”, cerró Adriana.
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